Apostemos por la cultura del trabajo y el esfuerzo.
La Pastoral Social de la Arquidiócesis de Córdoba expresó en varias oportunidades la preocupación respecto de la implementación de Juegos de Azar. Hoy nos vemos en la necesidad de volver a expresar nuestra preocupación.
Desde nuestra perspectiva y con conocimiento de muchas situaciones y realidades dolorosas, es un tema preocupante que tiene varias aristas. Atenta y perjudica directamente a personas con adicción al juego.
Es curioso que se debata un tema tan candente, a esta altura del año. La pandemia no terminó, la situación social es delicada ¿Este proyecto refleja las prioridades sociales? Todos sabemos lo que significa diciembre. ¿Es el momento para un debate serio y profundo sobre este proyecto?
POBREZA Y CULTURA DEL TRABAJO Y DEL ESFUERZO.
En un país con el cincuenta por ciento de pobres y con un nivel educativo que se vio altamente perjudicado por la pandemia, nos parece apremiante repensar las prioridades. Urge generar leyes que favorezcan la creación de trabajo genuino y contribuyan a mejorar la educación. Invertir tiempo, energía y recursos para resolver el drama de la pobreza es lo esencial y prioritario.
Por otro lado, el juego atenta directamente contra la cultura del trabajo ya que contribuye al empobrecimiento, al generar la ilusión irrealista de ganar dinero sin esfuerzo. Además, favorece la adicción como patología: la ludopatía.
Insistimos en que nos parece y más imperioso y apremiante invertir esfuerzos y tiempo en crear leyes que favorezcan la cultura del trabajo y del esfuerzo. En esto tenemos que invertir con urgencia.
Trabajo y educación son los pilares esenciales desde donde se construye la dignidad de toda persona y una sociedad que quiera prosperar.
LUDOPATÍA.
Es delicado fomentar el juego como estructura lucrativa ya sea por parte del Estado o privatizadas. El juego “on line” favorece que las personas con ludopatía tengan acceso más fácilmente y por tanto se exponen más a aquello que les hace mal.
La pandemia ha dejado muchísimas consecuencias psicológicas. Está comprobado que aumentaron las adicciones. El estado debe proteger al frágil, no exprimir su fragilidad. La adicción al juego es una enfermedad.
Confiamos que se pueda dar un debate serio y responsable y revisar las prioridades en aquello que la sociedad necesita para vivir mejor y salir de semejante crisis que atravesamos.
Pongamos las prioridades por delante para construir una sociedad mejor que bastante mal la está pasando.
PASTORAL SOCIAL
ARQUIDIÓCESIS DE CÓRDOBA
Córdoba, 5 de diciembre de 2021.-